Steve Carr
2023-02-17
En este primer artículo, intentaré explicar los inicios del la fluoración artificial en los suministros de aguas en CAV desde una perspectiva internacional. En la segunda parte presentaré algunas de las evidencias que pasan por alto quienes apoyan la fluoración y en el tercero intentaré explicar este debate desde las perspectivas de tres disciplinas: desde el punto de vista científico, desde la perspectiva del derecho y desde el punto de vista filosófico. Para quienes deseen conocer con más deta
El decreto de la fluorización
En cuanto a la CAV el tema de la fluoración comenzó cuando Ardanza Garro y Jose Manuel Freire Campo firmaron el famoso decreto de 1º Marzo del 1988. La orden para empezar a introducir flúor en las redes de aguas para más de 30.000 habitantes no incluyó ninguna consulta pública.
Al igual que como tantos aspectos de este tema, las cosas no fueron como deberían haber sido. Y para comprender dónde estamos hoy debemos volver la vista muchos años antes de que se concibiera la fluoración de las aguas como una obligación para la población vasca.
Antes de 1940, el flúor en sus diversas formas era conocido exclusivamente por sus usos industriales y por sus efectos tóxicos sobre la vida. Por lo tanto no debería extrañarnos el hecho de que, desde su comienzo en los ensayos de Grand Rapids EEUU, la fluoración artificial haya sido una intervención muy controvertida en la salud pública.
Todavía tardarían décadas antes de que la ciencia permitiese entender con certeza los verdaderos efectos de la fluorización. Aun así, desde el inicio de esta intervención varios investigadores observaron que existe una línea extremadamente fina entre el supuesto beneficio de la fluoración para los dientes y los perjuicios, ya conocidos, para muchos otros aspectos de la salud humana.
A pesar de este problema en los primeros años de la intervención veíamos un idealismo feliz, construido en torno al flúor en general que exageraban y confundían el papel de este elemento como si fuera un nutriente para las personas. Hubo un tiempo en que los médicos y dentistas recomendaban pastillas de flúor para los niños y las mujeres embarazadas. Abundaron las proclamaciones y afirmaciones con respecto a la eficacia y la seguridad de esta medida, liderada por el CDC (Centres for Disease Control), la ADA (American Dental Association) y la BDA (British Dental Association) y varios organismos más, (ver el informe para los detalles).
En los años posteriores, con la creciente oposición causada por una mejor comprensión de los efectos y de la inutilidad de la fluoración sistemática para el control de la caries, las contundentes afirmaciones que se hicieron en su día a favor de la fluorización, se fueron retirando de forma discreta.
Las razones de esto se tratarán más adelante, pero basta decir que el CDC (la entidad encargada de velar por la salud pública de EEUU) había puesto en juego su credibilidad afirmando que la fluoración era una de las intervenciones de salud pública más exitosas del siglo XX.
Como veremos, el panorama para los que defendían la fluorización iba empeorando gracias a los avances en entender la toxicidad del flúor, e indica que la confianza de aquellos días felices debería haberse detenido de manera abrupta, pocos años después del decreto de 1988. Pero las inversiones en infraestructura, capacitación y prestigio de los organismos profesionales no se abandonan fácilmente.
A pesar de su abandono como medida preventiva para las caries en toda Europa continental, las autoridades de la CAV se han apoyando en gran medida en la literatura y las instituciones anglosajonas que aún abogan por su práctica. En estos momentos ha aparecido en algún medio que se ha dejado de echar fluor al agua pero el decreto no ha cambiado y no nos han respondido a la carta-pregunta realizada en diciembre.
Historia
Para entender los personajes, las instituciones e sus influencias determinantes en imponer la fluoración, debemos rastrear aun más atrás. Comienza en las fundaciones e imperios industriales de los Estados Unidos en los primeros años del siglo pasado, que dejaron luchas tórridas y demandas de responsabilidades civiles de las poblaciones afectadas.
Gracias a la labor del autor Británico Christopher Bryson, que tuvo acceso a los archivos de las Fundaciones Mellon y Carnegie, la fundación ALCOA (Aluminium Company of America), a las de las industrias de Acero, el Laboratorio Kettering y el Proyecto Manhattan, se puedo aclarar de forma importante gran parte del inicio de la fluoración. Reveló la relación y los mecanismos cruciales entre estas instituciones y la poca conocida FLA (Fluorine Lawyers Association: la Asociación de Abogados de Flúor), para controlar las disputas legales sobre los daños causados por el flúor. Es decir, el problema del flúor se refería a los residuos de industrias que experimentaron una expansión histórica.
Bryson llevo a cabo muchas entrevistas con prestigiosos científicos alrededor del debate sobre la fluoración, como Mullenix, Marcus, Hirzy, Carton y otros.
El trabajo es incisivo y detallado y toda su obra esta copiosamente referenciada. En ella expone el origen de la fluoración y su relación con los retos cruciales de la guerra segunda mundial, e incluso el papel desempeñado por varios famosos científicos en los EEUU. Uno de ellos era, el ahora deshonrado Harold Hodges, el cual dirigió experimentos con pacientes sin consentimiento en la universidad de Rochester para el Proyecto de Manhattan, y también fue decano del NIDR (Nacional Institute of Dental Research).
El informe trata con mucho detalle y se refiere también a las “Doce lecciones tardías de las primeras alertas”, dos publicaciones del European Environment Agency EEA, de 2001 y 2013. Estos tomos narran las luchas para controlar, inter alía, el plomo tetraetilo, los PCBs, el tabaco, el DDT, el diethylstilbestrol, el amianto, el bisfenol A, etc.). Con respecto a todas estas sustancias ahora somos más prudentes. Pero no debemos olvidar que todas ellas contaron durante décadas con el respaldo y la parafernalia de la ‘ciencia’ para respaldar su uso continuo en los entornos públicos.
Al igual que con estas sustancias, una revisión exhaustiva del registro de la fluoración revela que hubo un gran numero de tempranas alertas con respecto a sus efectos adversos para el ser humano.
Si nos centramos en un aspecto tendremos más que suficiente. En los primeros años de los 1990 Phyllis Mullinex llevó acabo unas investigaciones en el Instituto Forsyth del NIDR. Ella trabajó con roedores y utilizó una sistema puntero propio que reveló unos efectos sorprendentes. El flúor en bajas concentraciones causaba efectos semejantes a TDAH, trastornos de la memoria, y déficit en la capacidad de resolver problemas. Este y otros trabajos realizados en China advirtió sobre lo que se convertiría en una de las temas mas polémicos de la fluoración artificial. Se refiere al efecto en el desarrollo del sistema nervioso del feto, los recién nacidos y los niños y niñas.
Pero hubo más avisos, incluso antes del trabajo de Mullinex. El flúor comparte algo importante con las sustancias mencionadas arriba, algo que los partidarios de la fluorización quieren evitar hablar. Desde los primeros días en que se impuso la fluorización en los EEUU, distintos profesionales, bioquímicos, toxicólogos, profesionales de la medicina y la odontología y otros se opusieron a esta práctica. Sencillamente nunca existió un consenso entre los expertos. Entre ellos, George Waldbott (EEUU), Philip Sutton (Aus) y mas tarde John Colquhoun (NZ), Spedding Micklem (UK), Arvid Carlson (Swe), William Marcus (EE.UU)… entre otros.
La intervención de los dentistas
Entonces, ¿Cuándo entraron en juego los dientes en esta historia? Bueno, la idea vino de Francis Frarey de (AlCOA) y de Gerald Cox del Instituto Mellon, del mismo centro de la industria. Para introducir el flúor en los suministros públicos del agua se necesitaba una campaña para preparar al público, a través de profesionales que diesen confianza.
Por crear un relato favorable a la fluoración se apoyaron en G.V. Black y H.T. Dean and F. McKay, quienes fueron los pioneros en descubrir que existía una relación entre el moteado de los dientes y menos caries. Mas tarde atribuyeron la causa de esta relación, a niveles diferenciales del flúor natural en el agua de las comunidades estudiadas. El relato se afianzó como algo relativo a la mejora de los dientes, y así fue que, un problema de residuos industriales y sus consecuentes responsabilidades civiles, se convirtió en algo mucho más benigno, algo bueno para la salud, y en un tema de odontólogos y gente de confianza.
De esta forma, el trabajo de Edward Bernays bajo el amparo del Instituto Nacional de Investigación Odontológica (NIDR) defendió los beneficios del flúor para la dentición, y se incorporaron a los programas de estudios de las escuelas de odontología primero en los EEUU, y luego en el Reino Unido.
Por en las ultimas dos décadas el ámbito internacional ha sido testigo de una creciente oposición pública a la fluoración, una práctica que ya no existe en el continente europeo. En 2014 también Israel abandonó esta práctica citando la toxicidad del flúor para las embarazadas y otros grupos vulnerables. Al fin cabe preguntarse si esta información ha llegado al departamento de salud en la CAV.
Ahora podemos escuchar los retumbos de un eco que comenzó débilmente hace 32 años y parece que va a lograr desmontar, por fin, el edificio de la fluoración.
Es momento de estudiar el tema en profundidad, de primar el interés público y de preguntarnos ¿por qué se ha mantenido la opinión de ciertos ‘asesores invisibles’ durante todos estos años?
Son muchas las cuestiones relacionadas con la información que ha salido a la luz en el informe enviado al Consorcio. ¿Los que tomaron la decisión en 1988 lo habrían hecho hoy día sabiendo lo que sabemos sobre la fluoración? Más importante aún, ¿Habría existido algún mecanismo mediante el cual pudiéramos haber informado a quienes tomaron dichas decisiones? Porque lamentablemente ningún otro lo hizo.
BSc. Brighton. LLB. Cardiff M.Phil Sci.UPV.